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El caballo infernal

 

Esta historia relata los sucesos que ocurrieron en el actual Asentamiento Humano de Juan Pablo II, en Lomas de Carabayllo cuando tenia pocos años de fundado y todavía no estaba tan poblado como ahora.

Cuentan las personas antiguas que alrededor del Colegio Juan Pablo II solía observarse tan solo cuatro casas bastante aisladas, dos en la manzana. C y dos en la manzana F. La zona en que ahora son los barrios 9 de Octubre y Cerro Campana estaba totalmente desolada. Justo donde ahora vive la señora Jessica en la manzana B-1 de 9 de Octubre, hacia abajo, había un hueco bien profundo por donde los habitantes de ese entonces tomaban como un atajo para transitar. La mayoría de las personas que iban hacia el relleno sanitario o las personas que venían a recoger el menú en el comedor de Juan Pablo II (dicho comedor ya no existe, ahora es la casa del Sr. Tello) tomaban este atajo. Al costado de este comedor vivía la familia Yupanqui quienes siempre comentaban que cosas muy raras y extrañas pasaba en este camino en las noches. Ellos que estaban cerca de la carretera decían, entrada la noche se oían pasos de caballo junto a insoportables lamentos de cabra. Todo esto les causaba mucho miedo y terror con lo que solo atinaban a trancar las puertas de sus casas. Sólo los perros del vecindario se atrevían a salir sobre estos malos espíritus.

Cuentan que en una oportunidad el Sr. Javier Mendoza, quien trabajaba en la granja Farfán en San Benito, pasaba por aquel lugar a medianoche cuando de pronto empezó a sentir una extraña sensación de miedo y pavor. Sintió que su cuerpo se llenaba de terror y los escalofríos se apoderaban de él cuando escuchó a sus espaldas los sonidos de los cascos de un caballo. Con mucho espanto volteó la mirada y entre la oscuridad de la noche observó a un caballo negro y su jinete que se aproximaban con rapidez. El señor Mendoza lleno de desesperación empezó a correr y a gritar histéricamente pidiendo ayuda a sus vecinos. Pero solo sus perros, que habían escuchado los gritos desesperados de su dueño salieron enfurecidos y ladrando a todo pulmón. 

El señor Mendoza cuenta: “Venía un poco tomado, pero creo que ese miedo lo hubiera sentido aún estando sobrio. Estoy seguro que no fue mi imaginación, sé que realmente era un espíritu, un fantasma porque mis perros fueron tras él dando ladridos y correteando despavoridos. Creo que mis perros lo espantaron. No me imagino que me hubiera podido pasar aquella noche. Desde aquel día cambie mi ruta y aún a la luz del día me iba por la pista”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los duendes del árbol de mango

En la zona de San Pedro de Carabayllo, cerca de la laguna de Cuadros cierto día, como a las 7 de la noche, la señora María Pérez Cárdenas terminaba de bañar a sus tres hijos. Al más chiquito de apenas siete meses, lo hizo dormir en una rústica cuna. Ella se había cambiado de ropa para salir a la iglesia con sus otros dos hijos menores para oír el culto. Para dar la impresión que estaba en la casa dejó un mechero encendido en la única habitación que era toda su vivienda.

Se fueron al culto en Juan Pablo II. Ya de regreso, aproximándose a su casa escucha un grito de bebito muy fuerte que les causó temor porque su bebé todavía no decía palabra alguna. Muy asustada fue corriendo a su casa y se dio con la sorpresa de que el bebé no estaba en la cuna y el mechero estaba tirado y roto. Ella y sus pequeños hijos buscaron al bebé alrededor de la casa, y en la chacra. Lo encontraron dentro del corral de los carneros, en medio de todos esos animales. Fue algo inexplicable porque en niño todavía no gateaba, ¿Cómo pudo ir hasta ese lugar?, “¿Será porque mi bebe no está bautizado?”, dijo María. Pero, en esos instantes, vieron como unas pequeñas sombras desaparecían entre los maizales frente a su casa.

Poco tiempo después se mudaron a una casa donde había un árbol de mango. Estuvieron un buen tiempo viviendo tranquilos hasta que cierto día al oscurecer escucharon que el árbol de mango se movía de manera extraña. Oyeron ruidos como si hubiera monos en el árbol. Ellos pensaron que era el viento el causante de los ruidos y ya un poco calmados se fueron a cenar. Terminando de comer, María fue a buscar al menor de sus hijos y no lo encontró. María salió gritando el nombre de su hijo llamándolo repetidamente. A lo lejos vio al niño que se iba solo en la oscuridad como sonámbulo. Iba detrás de unos duendes que se lo llevaban como hipnotizado. Muchas personas afirman que donde hay plantas que botan leche habitan malos espíritus. Fueron muchas cosas que asustaron tanto a la familia que terminaron mudándose a Juan Pablo II. Ahora viven en la manzana C lote 15.

 

 

 

 

El jinete de San Pedro de Carabayllo

Una vez en el Asentamiento Humano de Cruz del Norte II, en Lomas de Carabayllo, hubo una fiesta costumbrista. Se cuenta que un señor llamado Juan, acompañó a los organizadores de la fiesta a danzar alrededor de la iglesia que estaba situada en la parte más alta del asentamiento, junto a un cementerio. Los feligreses del culto a San Antonio al igual que los danzantes contratados especialmente, bebieron durante la fiesta toda clase de licores. Esto ocasionó que el señor Juan también se emborrachara, quedándose dormido en la puerta de la iglesia. 

Ya pasada la medianoche y cuando la fiesta acabó, Juan despertó medio somnoliento Se encontró sentado en una piedra al costado de la puerta principal de la iglesia. Así, entre medio despierto y dormido, notó que dos personas se acercaban hacia él. Los extraños visitantes pasaron por donde estaba sentado y entraron a la iglesia. Entonces, el pensó que ya había amanecido y que la gente venía a poner velas al alba en la fiesta de San Antonio. Entonces, él siguió sentado acurrucándose más con su poncho por el frío de la madrugada.

De pronto, las personas extrañas volvieron a salir de la iglesia, pero ya no eran dos, sino tres. Estos extraños se pararon delante de él y uno de ellos empezó a dar gritos de ultratumba y comenzaron a saltar y brincar con furia, como queriéndolo atacar. Entonces Juan levantó la cabeza para ver qué estaba pasando y lo que vio fue horrible. Las dos personas de los costados eran altas, tan altas que casi llegaban al cielo, y el del medio era más chico, como un enano. Los dos grandes levantaron unas enormes cadenas que metal brillante como la plata, queriéndolo matar. Entonces el señor Juan corrió y corrió despavorido pidiendo auxilio y detrás de él los gigantes. Ante tal acontecimiento la gente empezó a salir de sus casas con pitos y palos para ver que sucedía. Esta acción de los vecinos hizo que los gigantes se regresaran a la iglesia y el señor Juan se salve de morir. Entonces, los vecinos fueron a buscar a la iglesia todos bien armados, pero no encontraron nada.

 

 

 

 

Los fantasmas de San José

Cuentan los vecinos de la urbanización de San José en Lomas de Carabayllo, que hace años este lugar era tan solo una solitaria granja y que todo estaba deshabitado. Cuentan también que algunos vecinos, por ese tiempo, habían visto fantasmas y escuchado voces extrañas. Los años han pasado y ahora los habitantes somos más numerosos, pero muchos vecinos dicen que todavía se siguen escuchando voces y ruidos extraños. Esto sucede solo cuando la oscuridad de la noche ha caído sobre el barrio y se prolonga casi hasta el amanecer.

Pero lo más curioso que pasa en este lugar es cuando las mujeres lavan su ropa y la tienden en sus cordeles. Ni bien se descuidan dicen que algunas prendas desaparecen y después de algún tiempo aparecen nuevamente en el mismo cordel. Las ropas que vuelven a aparecer están con muchas manchas de un color desconocido. Ahora la urbanización esta completamente poblada, pero los vecinos siguen escuchando esos mismos ruidos y extrañas voces. Esperamos que todos los ruidos extraños desaparezcan y pronto.

 

 

 

 

 

La gringa de la chancadora

 

Me cuenta, mi padrino Moisés Serna, que casi siempre solía ir con su camión volquete a recoger piedras a una cantera en El Progreso. Lo hacia casi siempre por las noches y no llevaba ningún ayudante. Un día cuando el reloj marcaba las 11.45 de la noche fue en su camión a cargar piedras para una construcción. El lugar, conocido como chancadora estaba ubicado en una quebrada del Asentamiento Humano de Hiroshima, en la zona de El Progreso, Carabayllo. 

A eso de la 1.00 de la madrugada ya había terminado de llenar con piedras el camión. Sólo su vieja linterna lo alumbraba en medio de la negra noche y el viento frío. Cuando subió al volquete para regresar a su casa prendió los faros y vio delante del camión a una chica hermosa de cabellos largos y rubios. La cabellera de la chica se reflejaba hacia el camión como unos rayos de luz. Al comienzo se sorprendió, pero después una angustia de espanto atenazó el corazón de mi padrino ante la asombrosa y espeluznante figura. No supo qué hacer y se quedó helado. Dice que se persignó varias veces y dio un grito de horror con toda la boca abierta. En un abrir y cerrar de ojos el bello espectro desapareció del lugar. Desde esa fecha nunca más mi padrino ha ido solo a la quebrada y menos en la noche.

 

 

 

Mitos y Leyendas 

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